Por más que sepamos que la muerte es un hecho real que sucede cada día, ninguno de nosotros está preparado para ella. Llega y nos sorprende abruptamente: nos confundimos, nos enojamos, nos angustiamos, nos negamos, nos cuesta creer que realmente alguien que amamos ya no esté con nosotros. Y, no, no estamos enfermos ni deprimidos, aun cuando nuestras emociones se experimenten (o no se experimenten), de una manera totalmente ajena a lo que acostumbramos. Estamos en duelo.
El duelo se vive de manera personal según nuestras propias características de personalidad y según el vínculo que se haya tenido con el ser amado. Y es un proceso que requiere TIEMPO. No es posible fijar una fecha de vencimiento para la tristeza. Sin embargo, es ese mismo periodo de tristeza el que nos permitirá asimilar lo que ha ocurrido y reconstruir nuestras vidas en torno a la nueva realidad, aceptando y aprendiendo a vivir en un mundo en el que la persona ya no está. El dolor agudo irá gradualmente disminuyendo, mientras inmortalizamos en nuestros recuerdos la imagen del ser amado. Como diría un famoso escritor: “es el único modo de perpetuar los amores a los que no deseamos renunciar”.
Es normal que durante este proceso podamos sentirnos más cansados, distraídos, enojados, ansiosos, inapetentes e incluso que no seamos capaces de sentir lo que creemos que “deberíamos sentir”.
Pero también el duelo se vive de manera social, donde nos apoyamos con otros que comparten el mismo dolor y realizamos actos de despedida (velorio, funeral, actos simbólicos, abrazos), que son fundamentales para vivir este proceso. Necesitamos estos actos ya que nos permiten expresar lo que con palabras muchas veces no logramos representar. Asimismo, nos permite despedir simbólicamente a la persona que se fue de manera tan repentina.
Es esto último lo que, en tiempos de pandemia, se ha visto disminuido considerablemente y que pudiera complicar los procesos de duelo personal. Aun así, podemos contar con algunas herramientas que pudieran ser útiles para gestionar nuestro propio proceso y el de los demás: